Si la política es una actividad encaminada a decidir colectivamente sobre aquellos asuntos públicos que permitan construir un futuro mejor, podemos constatar que la situación actual, un presente sin perspectiva histórica (pasada y futura) y una desafección crónica por lo político, evidencian que las tareas pendientes no se han hecho bien.
Esta situación se ve reforzada por las condiciones de vida que hoy lastran a las nuevas generaciones: ocupaciones cada vez más precarias y exigencias laborales, cuya desmedida "flexibilidad" evidencian un énfasis insolidario ligado, a nuestro juicio, no tanto a las políticas de producción y a las necesidades sociales, sino más bien a los juegos inestables de la especulación financiera global.
En el próximo horizonte, ya se percibe la situación extrema nunca deseada: centenares de miles de jóvenes que no encuentran empleo durable o apropiado a su cualificación y que se ven impelidos a la emigración. Jóvenes universitarios, formados en esta España nuestra, a base de esfuerzo personal y colectivo, que desembarcan en otras latitudes para dejar una esencia científica, cultural y buen hacer, de la que este país no anda muy sobrado.
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