SE dice que la democracia es una de las formas de gobierno menos mala que existe. Que mediante su participación, todos los ciudadanos pueden hacer valer sus opiniones y criterios en el devenir y gobierno de su sociedad. Esta es la parte buena. Sin embargo, tal como está concebida, la democracia representativa actual es más bien una mordaza férrea, imaginariamente revisable cada demasiado largos periodos de tiempo, que esclaviza, condiciona y ata las libertades y los derechos de los ciudadanos particulares. Esta, por cierto, es la parte mala.
Se dice que los partidos políticos que pueden participar en los sistemas democráticos representan la mejor forma de unir voluntades y defender ideas, por muy utópicas que estas sean. Esto es la parte buena. Pero abundan asociaciones y grupos en los que los líderes y dirigentes piensan que su legitimidad es inmanente y que las bases o masa afiliada para vindicar los ideales solo sirven como instrumentos de batalla y carne de cañón, para que ellos conserven el poder. Esta es, sin duda, la enfermedad o lacra mala.
Es la Navidad, y el fin y principio de año un periodo de descanso que suscita sensaciones entrañables de paz y felicidad. Todo pensamiento se ve impelido a prodigar buenos deseos. Esta parte buena es como una costra opaca que nos impide percibir la podredumbre de la parte mala que nos rodea y acongoja: la impostura y el engaño constante, la corrupción, el despropósito y la injusticia, los muros y concertinas, el hambre...
Nuestro deseo para el próximo año es el mejor: que la democracia se regenere, que el liderazgo de los intereses desaparezca y que bañemos de humanidad nuestras relaciones humanas. Suerte a todos.
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Javier (miércoles, 16 diciembre 2020 17:23)
Ese cartel está puesto en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga.