Seguimos asistiendo, asombrados e impotentes, a un crónico y dramático espectáculo. Todos los días surge un nuevo motivo que desborda nuestra perplejidad y desasosiego. La democracia se derrumba herida por la corrupción, la intolerancia y el desprestigio de la clase política, sea laica o religiosa. El afán de poder y dominio, el imperativo reptiliano y la estulticia más rabiosa no dan tregua en este comienzo del siglo XXI: terrorismo universal inducido, guerras cruentas, planificadas e innecesarias, intransigencia cruel y temible, al estilo de los dioses bíblicos, … ¿Qué nos queda por ver? ¿Cómo puede la reflexión, el estudio y la promoción de la cultura mitigar esta
plaga que nos asola?
Sólo mediante el cultivo de las ideas, la denuncia permanente e indomable de los desmanes y la difusión responsable de nuestro venero histórico e intelectual que, pese a todos, como seres humanos, poseemos. Por ahora, seguimos resistiendo. Nuestro Ateneo, aún incólume y cada vez más ilusionado con la aportación de muchos voluntariosos, con paso corto pero mirada larga, no renuncia a su misión.
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Ashlyn Sipe (martes, 31 enero 2017 22:29)
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Hannah Caves (jueves, 02 febrero 2017 22:25)
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