EN la historia de la filosofía, la literatura, el arte, la ciencia, la tecnología o la religión encontramos un catálogo inmenso de situaciones en las que usamos el pensamiento como una navaja suiza, haciendo aparecer en él una nueva y sorprendente herramienta. El uso de cada herramienta soluciona y complica a la vez, resuelve una situación y crea otras, redefine el problema. En esencia, son solo cinco formas de pensar. La primera forma es el ‘pensamiento lógico’, analítico, quizás el de nuestro hemisferio izquierdo, de avance lento y pasos cortos. Cada movimiento es la consecuencia del anterior. Se establece con claridad cuál es nuestra convicción de partida y adonde queremos llegar, e intentamos conectar esos puntos con un razonamiento estricto y exacto.
La segunda forma es la ‘metafórica’, la que avanza usando imágenes, analogías y comparaciones. Por ejemplo, cuando decimos que el pensamiento salta. Es la manera más fácil de pensar, clara y común. Solemos hablar con ejemplos: los seres humanos ¿zorros o erizos?
La tercera es el ‘pensamiento poético’. No se avanza usando similitudes sino intentando crear un nuevo sentido, intentando descubrir una armonía en una situación confusa. El ser poético piensa alejándose de la lógica y echando mano de los sentimientos, la sensibilidad, los recuerdos. Este pensamiento nos permite dar sentido a situaciones complejas.
El 'pensamiento intuitivo' es la cuarta forma de pensar. El intuitivo intenta resolver una situación de manera inmediata, completa, instantánea. Es una forma sublime de pensamiento, de gran utilidad cuando hay poco tiempo para entender una situación.
La quinta forma de pensar podemos llamarla 'pensamiento distraído'. Se trata de resolver el problema sin querer, de forma inconsciente y no dirigida. El pensamiento distraído resuelve. Es negligente, pasivo, ocioso, distante y justamente por eso es un pensamiento que aporta una visión muy amplia.
Estas cinco maneras de pensar son a la vez cinco formas de ignorancia. Cada manera ilumina una parte de la realidad y oscurece otras. Vivimos en la penumbra, mezclando maneras de pensar, pasando de una a otra y haciendo trampas, para lograr encajar lo que creemos con lo que deseamos. Quizás eso sea el error. Quizás eso sea lo que está pasando en la contemporaneidad.