Parecía que nuestro mundo evolucionaba hacia las más altas cotas de solidez, que los sistemas democráticos se autoafirmaban y consolidaban, que el ruido y la descomposición cultural se reducían progresivamente y que el orden social progresaba, disminuyendo con evidencias el cúmulo de patologías que, crónicamente, han caracterizado el devenir histórico de nuestra especie. Había señales que evidenciaban la intensificación de la empatía entre las diversas sociedades y los colectivos que pueblan nuestro planeta (posiblemente el único en el Universo) y que podríamos anticipar objetivamente un horizonte de concordia, en colectividad y gran sintonía.
Pero, de pronto, casi de la noche a la mañana, nos vimos invadidos por una ola (muchedumbre) de mediocridad (política, económica, religiosa), descompensación y reemplazo de unos valores asentados por otros inestables. Nuestra democracia, tan costosamente construida, casi perdió significado y funciones, pasando a ser el sistema de convivencia menos malo pero el, posiblemente, más contaminado por la mentira y la corrupción.
En esto estábamos y nos invadió la pandemia de la covid-19. Un acontecimiento que nos cogió por sorpresa y sin protección: desprevenidos. Para atajar sus efectos (nunca imaginados) hemos optado por una huida hacia el individualismo; es decir, potenciando la tendencia a pensar y actuar conforme a los criterios propios de cada sujeto (como único responsable), con total independencia de las determinaciones sociales, externas a su persona. En definitiva, defendiendo la dignidad moral del individuo, es decir, de la persona singular, en relación con el contexto social que, de alguna manera, lo puede presionar. Lo cual lleva, inevitablemente, al individualismo más radical, que hace a los sujetos pensar y actuar en función no solo de sus propios intereses, sino de los placeres personales y la autosatisfacción. Dicho de otro modo, a la conjunción del egoísmo, el narcisismo, el hedonismo y el consumismo. Tratándose así de un modo precario de vivir, que deshumaniza a las personas.