Termina el año 2020 y aún no hemos salido de la triste situación que nos acongoja. Parece, sin embargo, que se atisba algo de luz al fondo del túnel: vacunas y propósitos de enmienda. Tenemos, por supuesto, que portarnos bien, ser obedientes para con las indicaciones de nuestros políticos gestores y actuar con prudencia, evitando el acoso de Doña Estulticia. Haciendo de tripas corazón, debemos aislar lo más posible a nuestros mayores(por su bien), evitar el intercambio directo de cariño con nuestros seres queridos (por nuestro bien), fomentar una mínima socialización con nuestros allegados (por el bien de todos), abandonar nuestro afán de movilidad geográfica y temporal (imprescindible el estancamiento forzado de los ciudadanos) y olvidar (hasta nuevo aviso) nuestra comunión con la Naturaleza y la Sociedad (para bien de nosotros y de los demás). Amén de ser limpios (asepsia permanente) y portar una conveniente máscara protectora. Todo esto nos acompañará durante un tiempo, nada preciso, y pese a que hayamos promovido (de la noche a la mañana) ingentes cantidades de vacunas, casi sin tiempo (al parecer) de comprender el comportamiento y naturaleza del virus. ¿Recuerdan el relato de H. G. Wells, “La guerra de los mundos”? Parecía que todo estaba perdido para la humanidad y los invasores todopoderosos tuvieron que infectarse con un virus dañino. Pues ahora nos ha ocurrido lo mismo, pero al revés: la Naturaleza estaba perdida con nuestro natural desafuero y prepotencia, y tuvimos que agarrar el virus. Un virus que acabará por cambiar nuestra vida y costumbres. Es una pena que no aprendamos casi nunca. Quizás la causa radique en la estulticia crónica que padecemos. Llega pues 2021 con su vacuna ¡Cantemos a la esperanza! ¡Cantemos a la alegría! Recordemos en este momento el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven ¡Es el momento de oír en su honor la Novena Sinfonía y su canto a la alegría!