Nuevamente, y en medio de una mortal pandemia que a todos nos acosa, debemos romper una lanza en pro del recuerdo a los débiles. En contra de los insensatos, banales y bandidos, y a favor de aquellos que sufren las consecuencias de sus decisiones, actuaciones y omisiones. Las palabras que hace ya años plasmamos en esta misma Agenda siguen siendo oportunas y válidas: Cuando casi todo el mundo dirige su atención al escándalo y dislates de los mandatarios políticos, cada vez menos consecuentes y sensibles al drama social de nuestra maltrecha humanidad. Cuando las consecuencias debidas a nefastas decisiones y acciones claramente erradas están poniendo en peligro la supervivencia de nuestro planeta o el futuro de la Humanidad, sin la posibilidad de allegar medidas correctivas de urgencia. Cuando miles de personas se hacinan en lamentables condiciones de precariedad, sufrimiento y abandono, consecuencia de nuestro egoísmo desaprensivo y sin que movamos un dedo para mitigar su situación. Merece la pena romper una lanza por ellos, contribuyendo a generar una ola de empatía humanitaria que alivie lo más posible su tormento.