El 12 de mayo del año en curso se cumple el centenario de la muerte de una mujer singular, anclada en su época y, a todas luces, meritoria por su significación, compromiso y rotundidad de carácter. Pionera significada en la vindicación femenina y, como siempre ocurre en personajes tan sobresalientes, contradictoria en sus principios y valores, rumbos y planteamientos. Emilia Pardo Bazán, nace en A Coruña, el 16 de septiembre de 1851 y fallece en Madrid, el 12 de mayo de 1921. Fue una destacada novelista, periodista, feminista, ensayista, crítica literaria, poetisa, dramaturga, traductora, editora, docente y conferenciante, introductora del naturalismo en España. Fue, así mismo, una esforzada precursora con sus ideas acerca de los derechos de la mujer y el feminismo, reivindicando siempre la instrucción de las mujeres c o m o algo fundamental y necesario, dedicando una parte importante de sus desvelos a defenderlo. Entre su obra literaria una de las más conocidas es la novela Los pazos de Ulloa (1886). En 1906 llegaría a ser la primera mujer en presidir la sección de literatura del Ateneo de Madrid y la primera en ocupar una cátedra de literaturas neolatinas en la Universidad Central (1916), además de ser nombrada (1910) Consejera de Instrucción Pública por Alfonso XIII. Pardo Bazán tuvo una intensa vida social, relacionándose con políticos (Castelar, Pi y Margall, Cánovas y Canalejas) e intelectuales de la época (Giner de los Ríos, Menéndez Pelayo, Pérez de Ayala, Miguel de Unamuno, Ramón de Campoamor, Clarín, José María de Pereda, Valera, o Wenceslao Fernández Flórez). Valgan estas breves líneas como merecido recuerdo a una mujer dinámica y comprometida, singular, en definitiva.