Hace ya algunos años iniciábamos el curso rememorando las duras palabras de G. Gozzi en Inconstanza degli uomini, con ocasión del doloroso drama migracional:
“No era suficiente que los hombres pudieran ahogarse en el agua, arder en el fuego, arruinarse con las enfermedades, morir asfixiados por culpa de una minúscula espina o de un pequeño guisante; han tenido que inventar flechas, lanzas, espadas, arcabuces, cañones, bombas y tantas otras cosas diabólicas que no acertaría a mencionar, para hacer que perezcan centenares y millares en un día, y este hermoso hecho de general y dolorosa destrucción, se ha dado en llamar GLORIA, convirtiéndolo en ciencia, con especiales reglas y órdenes”
Llega este nuevo curso y asistimos a otra consecuencia previsible de la estulticia humana: el concluso y vergonzoso drama de la destrucción de Afganistán. Ya tuvimos un anticipo con la catástrofe provocada de la mal nominada Primavera árabe, cuyas consecuencias hemos presenciado pávidos y temerosos. Quizá los conductores de la humanidad no estén a la altura debida ni tengan la talla que se precisa. Esta es una apreciación que cada vez se hace más evidente. ¿Por qué no se van?
Nosotros, en nuestra mínima parcela, insistiremos en difundir cultura y dulcificar actitudes y ánimos, con el análisis, la crítica constructiva, el estudio y la participación. El crecimiento personal y colectivo es una meta irrenunciable que procuramos fomentar desde esta, nuestra casa, el ATENEO.